Escarbar en la arena, cuando estoy en la playa es un comportamiento inexplicable que me provee de inmensa tranquilidad, o por lo menos así era antes de que el mar empezara a vomitar el plástico que producimos los seres humanos, transformado en partículas mucho más grandes que los granos de arena.
En el 2010 nos enteramos de las islas de basura. No hizo falta embarcarse en peligrosas expediciones al centro del mar para comprobarlo, cuando el mismo océano empezó a arrojarnos fragmentos amorfos que pintan las playas de colores artificiales: verdes, rojos y extraños azules que distan mucho de la belleza de estos mismos tonos puestos en aletas de peces, corales o incluso rocas.
50 cm cuadrados de la playa de Psiliamos en Patmos, Grecia, me bastaron para encontrar una cantidad de partículas de plástico que me dejaron atónita.
Aunque llevo años divulgando este problema, jamás creí que fuera tan grave y evidente como para que pudiera llegar a verlo, vivirlo y tocar tangibles las partículas de plástico de las que leía en los artículos de divulgación científica. No creo que todos los que compartían la playa conmigo pudieran ser conscientes de lo que me alarmó, y eso es lo más preocupante. El plástico amenaza con reemplazar la arena del mar.
Las partículas de plástico en la playa llegan a la misma velocidad con la que los humanos fabricamos, consumimos y tiramos el plástico. Una cuestión de poca importancia para el grueso de la población mundial; familias de turistas que adiestrados en el sistema de consumo no encuentran la diferencia entre una playa paradisiaca o revolcarse en la arena llena de basura indestructible que ellos mismos arrojan.
Es repugnante el contraste de playas comerciales llenas de piezas de plástico enteras, playas paradisiacas llenas de partículas de ese plástico descompuesto durante años por el mar, y una generación de críos insaciables aullando por productos plásticos de fabricación china que atiborran los estantes de los comercios interminables de los pueblos costeros.
Como han llamado la atención los expertos, el problema de las partículas de plástico no es solo el mero hecho de su desagradable presencia en la playa, sino que al ser confundidas por los diferentes organismos que pertenecen o se articulan con la cadena trófica del mar, se ha iniciado una cadena de envenenamiento y muerte. Del plástico se desprenden sustancias tóxicas pero además, los fragmentos imposibles de descomponer por los organismos, producen la muerte prematura de cordados por acumulación y obstrucción de vías intestinales.
Aunque es un gran avance la existencia de sistemas sanitarios de disposición de plásticos que permiten la reutilización, reciclaje o quema del plástico, tampoco es el ideal porque estos procesos desencadenan en otros problemas ambientales. La solución no está en depositar los deshechos plásticos en los lugares destinados para ello, sino en disminuir el consumo de plástico.
Las partículas de plástico son un problema gigantesco que en mis años de estudiante universitaria no llegué a dimensionar. ¿Quién iría a imaginar que peor que los desechos de productos plásticos, eran sus fragmentos, después del intento fallido del agua por descomponerlos?
En el 2010 nos enteramos de las islas de basura. No hizo falta embarcarse en peligrosas expediciones al centro del mar para comprobarlo, cuando el mismo océano empezó a arrojarnos fragmentos amorfos que pintan las playas de colores artificiales: verdes, rojos y extraños azules que distan mucho de la belleza de estos mismos tonos puestos en aletas de peces, corales o incluso rocas.
50 cm cuadrados de la playa de Psiliamos en Patmos, Grecia, me bastaron para encontrar una cantidad de partículas de plástico que me dejaron atónita.
Aunque llevo años divulgando este problema, jamás creí que fuera tan grave y evidente como para que pudiera llegar a verlo, vivirlo y tocar tangibles las partículas de plástico de las que leía en los artículos de divulgación científica. No creo que todos los que compartían la playa conmigo pudieran ser conscientes de lo que me alarmó, y eso es lo más preocupante. El plástico amenaza con reemplazar la arena del mar.
Las partículas de plástico en la playa llegan a la misma velocidad con la que los humanos fabricamos, consumimos y tiramos el plástico. Una cuestión de poca importancia para el grueso de la población mundial; familias de turistas que adiestrados en el sistema de consumo no encuentran la diferencia entre una playa paradisiaca o revolcarse en la arena llena de basura indestructible que ellos mismos arrojan.
Es repugnante el contraste de playas comerciales llenas de piezas de plástico enteras, playas paradisiacas llenas de partículas de ese plástico descompuesto durante años por el mar, y una generación de críos insaciables aullando por productos plásticos de fabricación china que atiborran los estantes de los comercios interminables de los pueblos costeros.
Aunque es un gran avance la existencia de sistemas sanitarios de disposición de plásticos que permiten la reutilización, reciclaje o quema del plástico, tampoco es el ideal porque estos procesos desencadenan en otros problemas ambientales. La solución no está en depositar los deshechos plásticos en los lugares destinados para ello, sino en disminuir el consumo de plástico.
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,Adicted to plastic (Adictos al plástico; Inglés, Alemán y Francés, Arte.tv)
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Hola, de casualidad me encontré con tu blog, el tema de la contaminación es algo que a mi también me preocupa bastante, te seguiré por aquí :) un beso
ResponderEliminarMuchas gracias. ¿Estás en twitter?
ResponderEliminarHola mi estimada yoligrilla. Es muy interesante tu discusión sobre la valoración económica de los servicios ambientales y tu punto de no acuerdo con los comentarios de Brigitte Baptiste. En relación a ello, quiero proponerte que leas sobre la diferenciación que hace el Banco Mundial en los conceptos de Evaluación Económica de Proyectos y Evaluación Financiera de Proyecto. En función de los conceptos de la "Evaluación Económica" es que gira la discusión de la valoración económica de los servicios ambientales; lo otro es otra cosa, REDD, REDD+, mercados voluntarios, etc, comparto contigo que se trata de una línea muy delgada entre la búsqueda del desarrollo sostenible y la legalización de deterioro ambiental. Cuando entendamos que los afectados somos nosotros y no el planeta (él es capaz de regenerarse sin nuestra presencia, basta con que mires la historia del planeta antes de la aparición del hombre), vamos a asumir otra postura, ojalá no sea tan tarde!
ResponderEliminarUn abrazo
albertoguevaravalencia@gmail.com
Excelente Alberto. Te agradezco mucho el tiempo, el comentario también. Claro que sí, en esas estoy, en la búsqueda de información que me permita desmarañar esta tendencia de la que desconfío cada vez más. Siento que se debe abrir el debate al respecto, empezar a estudiar las posibilidades. En ciencia no se puede adoptar este modelo, que es más político y económico que científico, como si fuera una verdad absoluta... estudiaré lo que me recomiendas. Gracias.
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